Primeros avistamientos

Configuración y esencia

La Unidad de Conciencias Colectivas Terrestres, UCCT por sus siglas en todos los idiomas, es una entidad invisible emitida por la Tierra que tiene la misión, y capacidad, de revelar las energías internas del planeta. Esta entidad, que es en realidad muchas entidades, hizo sus primeras apariciones durante la era Arqueozoica, sin embargo, no se tiene registro de su actividad hasta el periodo Pérmico de la era Paleozoica a través de la que la UCCT se materializó a través de las nuevas coníferas, mismas que reemplazaron a las plantas pantanosas, así como en rocas marinas.

Es importante destacar que las manifestaciones de la UCCT a lo largo de la era Mesozoica, y más específicamente dentro del periodo Cretácico, fueron intensas y, por lo tanto, difíciles de acotar. Según registros de la Esfera #26, es posible que la extinción de los dinosaurios, las amonitas y el foraminífero globotruncana se debieran a un cortocircuito consecuencia del nacimiento orgánico de las plantas con floración, especialmente aquellas que se asentaron en los depósitos de carbón en el cretácico superior – mismos que posteriormente se convertirían en depósitos petrolíferos. Igualmente, se cree que la UCCT transfirió la energía resultante del meteorito que acabó con parte de la vida terrestre en la formación de la Sierra Madre Oriental.

Posteriormente, hubo algunos avistamientos energéticos de la UCCT durante el periodo Terciario de la era Cenozoica, específicamente en el Oligoceno, en donde se configuraron los continentes, archipiélagos e islas - mismos que mantienen un 85% de topografía intacta desde entonces. Lo anterior se ve más firmemente enraizado en las manifestaciones de la UCCT durante el periodo Cuaternario en donde se ubican grandes glaciaciones, la extinción de diversas plantas y mamíferos y, por supuesto: la aparición del ser humano.

Es claro que el periodo de mayor injerencia de la UCCT se concentra en los asentamientos humanos en sociedad, particularmente aquellas consecuencia de la Edad de Cobre, del Bronce y del Hierro, iniciando en el Imperio Antiguo Egipcio y desplazándose hacia la formación de culturas como las Anasazi, Misisipiana, Mexica, Tolteca, Teotihuacana, Zapoteca, Olmeca, Maya, Muisca, Cañaris, Moche, Nazca, Chimú, Inca y Tiahuanaco entre otras.

Pensar en la Tierra como un objeto requiere algo de imaginación. En cuanto a los objetos se refiere, es uno muy grande: el diámetro de la Tierra es de unos 12,874.75 kilómetros (con un poco de variación en los polos). También es muy antigua, tiene unos 4,500 millones de años. Es bastante densa, y está compuesta de varias entidades químicas, principalmente sílice, pero también alúmina, cal, magnesia, agua, dióxido de carbono, óxido de hierro y así sucesivamente.  Sin embargo, se siente insuficiente pensar en la Tierra como un objeto geológico cuando está hecha de tantas cosas conectadas e interdependientes como la atmósfera.

En el siglo XVIII las técnicas de medición obligaron a lxs humanos a considerar a la Tierra como un objeto científico que debía ser analizado a través de sus envolturas. Como consecuencia, hoy en día reconocemos que está formada por capas geológicas en múltiples direcciones. Bajo nuestros pies encontramos la litosfera, la corteza, el manto superior, el manto, la astenosfera, el núcleo exterior y el núcleo interior. Arriba de nuestras cabezas están la troposfera, la estratosfera, la mesosfera y la termosfera. Y envolviéndonos: la noosfera y la datásfera.

Desde la expansión masiva de los medios digitales en nuestras vidas cotidianas nos hemos vuelto seres cuantificadxs, sin embargo, es difícil reconocer cuáles son los efectos energéticos y biomagnéticos de esta datificación - tanto en nuestrxs cuerpxs como en lxs organismos que nos rodean. Comúnmente entendemos a ese flujo de datos digitalizados como una burbuja inmaterial de información donde las ideas se codifican en ceros y unos, independientes del sustrato material, transportables en el canal vago e indeterminado del internet. Debemos ser conscientes de que a pesar de la falacia de que los medios digitales son cada vez más inmateriales, inalámbricos y suavemente nublados por los servicios de datos, somos más dependientes que nunca de esta tierra geológica. Nuestros dispositivos son como una mini mina de minerales y metales: cobre, oro, plomo, mercurio, paladio, plata, entre otros. Y es precisamente este extractivismo el que ha envenenado a la Tierra junto con las energías que emite.

Para entender el origen de la UCCT es necesario reconocer que la Tierra es un objeto comunicativo. Este planeta/organismo viviente se manifiesta a través de los recursos reunidos que modela y proporciona, mismos que se han logrado materializar en forma de la UCCT para resetear y reconectar sus energías.